Me ha costado, pero ahora que me voy, es hora de escribir un pequeño artículo acerca de mi estancia en la residencia.
Vivir en una residencia, para un estudiante, es de lo mejor que te puede pasar en esta vida. Sobre todo si es mixta. Las fiestas han sido continuas. No ha habido ni un solo día que no hubiera una pequeña fiesta aquí o allí. Lo malo: los putos residentes que no son estudiantes, y no hacen más que dar pol'culo porque hacemos ruido. No quiero callarme: cabrones, tenemos muros de 30 cm de hormigón. Mis vecinos me hacían fiesta y apenas los oía. Putos siesos, sois unos aguafiestas y unos hijos de puta amargados.
Ya me he desahogado. Ahora, tres documentos inéditos en el blog. Primero, una foto cutre-manipulada de mi habitación.
(Pincha en la imagen para verla más grande)
Segundo: mi colección de cervezas.
Llegué a tener 60 botellas diferentes. Formó parte de una emocionantísima competición con mi compadre Ramón. Acabamos en empate, como amigos y como caballeros. Las he tenido que devolver. Voy camino de mi colección número 2.
Y por último: yo, de resaca, enseñando mi habitación el primer domingo con sol desde octubre (hoy).
Un abrazo gentes de Biesdorf. No puedo imaginar un Erasmus mejor sin vosotros. No me he marchado, solo he ampliado nuestro territorio.