La prenda, es esta pulsera con la simbología cristiana.
- "No puede perder su alma quien no la tiene, como por desgracia ocurre a muchos en el mundo en que vivimos". Dijo nuestro anfitrión.
Pero lo que si se suelen perder,con absoluta impunidad, en medio de toda esa marea humana, son los estribos . Para eso se han tapado muchos la cara y se han puesto el disfraz, para alcanzar el más completo anonimato en medio de una multitud anónima. Sin revelar en muchos casos, ni el sexo, proliferan los disfraces, como los de dominó, un auténtico habito de monje, donde los espesos pliegues negros ocultan incluso los contornos del cuerpo, ni caderas, ni pecho, ni rostro. Solo unos ojos que bajo la capucha y detrás de la sombra de un negro antifaz, brillan en la oscuridad de la calle como los de un oso. Y bajo ese habito de carnaval, consciente de su impunidad, se esconde una tentación irresistible que para un alma humana es un deseo criminal. Pero que entre las personas sin alma, es interpretado como un deseo de libertad, de hacer lo que de otra manera nunca se hubieran atrevido a hacer por si mismos. Los peores crímenes de la ciudad, los casos más trágicos de confusión de identidades, y la mayoría de las aventuras amorosas empiezan y terminan durante el carnaval. Una vez en el interior de la capa y el capuchón de terciopelo, la mujer pierde a su marido, el marido a su mujer, el amante a su amada. En aire húmedo de los canales cruje el salitre de las enemistades y las locuras, la furia de las peleas y las angustiosas búsquedas nocturnas y las desesperaciones. Después de un rato entre la marea de gente que te empuja por los estrechos puentes hacia las plazas, uno no sabe si baila con una mujer o con un hombre.
Vosotras tres esta noche teneis que desafiar un verdadero reto. ¡ Alzaros un momento las máscaras, para que os conozcáis !
Así lo hicimos y nuestro anfitrión nos presentó, llamándonos por nuestros nombres.Resultó que las dos mujeres eran bastante agraciadas y de mi edad. La más alta Francesca, morena y con unos rasgos hermosos, era la novia de Alvise y la otra Paola, también tenía su amigo en la comparsa de los Arditi. Las tres se supone, que queríamos cumplir la tradición de ir a recibir las ultimas canciones de homenaje amoroso de la comparsa en la Plaza de San Marcos.
- Habrá muchas mujeres -y hasta de travestidos- ataviadas como vosotras. Pero hay un lugar del cuerpo por el que los amigos pueden reconoceros: las manos. ¡Si ese vestido que lleváis termina sus estrechas mangas en el codo, no es por casualidad!. Os daré un distintivo único, es una sencilla pulsera trenzada con hilo de pescar, donde se representan los principales hitos del cristianismo. Llevándola prendida en la muñeca izquierda, os podréis reconocer con facilidad.
Os espero en nuestra fiesta privada a partir de las 12h . Id enhorabuena en busca de vuestros enamorados. Pero andad con cuidado y recordad el proverbio: “El enamorado teme al carnaval”.