Otra visión:el carnaval para Contarini

Domenico Tiepolo. Saltimbanquis. Frescos de la villa de Zianigo.


Desde la *altana se divisaba el insólito paisaje de los tejados, con sus antenas llenas de herrumbre y las chimeneas venecianas en forma de embudo. Se ponía el sol y desde el Norte, donde ya se difuminaban en sombras azules las montañas, comenzó a soplar un aire muy frío. Era hora de vestirse y bajé a la planta principal de la casa para ataviarme con el disfraz que me tocara en suerte. Miguel y Alvise hacia un rato que se habían ido al desfile de su comparsa. Entré en una sala amueblada a la antigua y caldeada con una estufa de hierro fundido. Allí reunidos había cuatro enmascarados, dos varones y dos mujeres que al parecer me aguardaban. El que presidía la mesa, se dirigió a mi en castellano, y me indicó que me sirviera un tazón de menestrone, una sopa de verdura caliente, con muchos tropezones de pasta, que resultó un excelente modo de entrar en calor. *Los dos varones iban ataviados con el tradicional sombrero negro de tres picos , máscara blanca que les cubría por completo la cara, larga túnica de terciopelo hasta los tobillos, un gran capote de tafetán negro y un manto impermeable. Las dos mujeres que parecían de mi edad, me condujeron por un pasillo hasta un guardarropa en el que colgaban multitud de disfraces y eligieron para mi, uno exactamente igual al que llevaban ellas. Se trataba de un vestido blanco aterciopelado y de corte muy ajustado en la cintura, con generoso escote, y mangas hasta el codo y *una enorme mantelina de tafetán del mismo color, con capucha que caía sobre los hombros y se cruzaba por delante, y por detrás quedaba sujeta graciosamente de un nudo, cuyos extremos llegaban casi hasta el talón. Los zapatos de tacón estaban forrados de tela blanca y las medias blancas eran de una seda tupida y abrigada. El disfraz se completaba con una máscara de cuero, color oro como la que suelen usar los actores de *la comedia del arte y un gracioso sombrero nacarado de ala corta, con plumas de colores anaranjados y un abanico.
Cuando después de vestirme regresamos a la mesa, ya había anochecido y la estancia aparecía en ligera penumbra iluminaba solo con la luz de las velas de unos antiguos candelabros. En un campanario cercano se oyeron la siete, nadie decía nada y yo miraba un poco turbada por el silencio en el espejo del gran aparador del salón, nuestras cinco figuras de aspecto un poco fantasmagórico.

Por fin, el caballero que parecía ser el anfitrión, se dirigió a todos en castellano, al parecer, pese al obstinado silencio de mis compañeros venecianos, todos lo entendían:
-Es la primera vez que nuestra amiga María visita Venecia tiene la oportunidad de vivir el carnaval. El carnaval veneciano ha sido siempre, algo distinto de otros carnavales posteriores. Desde antiguo, los venecianos han sentido la necesidad de enmascararse para superar por un periodo, las diferencias de estado y condición que en una sociedad tan jerarquizada como la de la República, separa a las gentes en función de su condición familiar, su estado y sus bienes. Durante el carnaval el disfraz, que oculta la identidad de la persona, permitía al pueblo acercarse a los nobles y a todos dar rienda suelta a suelta a sus pasiones y a sus intrigas. Y así junto a la hermosa creatividad artística, de los disfraces y atuendos, la música y las canciones, el baile y el teatro en las calles, en el carnaval se urdían las más procaces intrigas amorosas y las locuras más desvergonzadas por el simple afán de entretenerse, de exhibirse, o de vengarse. Eran días y noches de regocijo y fiesta permanente, donde “casi todo” está permitido y donde las ligerezas y las ofensas solían quedar impunes.
El caballero hizo una larga pausa, como meditando lo que venía a continuación.
- Aunque ahora ha perdido su esencia y su razón de ser. Desde que resurgió públicamente en 1980, no es más que otro espectáculo turístico que se ofrece al viajero de clase media. La mayor parte de lo que se puede ver en la calle forma parte de una especie de espectáculo global, donde el público, demasiado numeroso y en su mayoría foráneo, asiste como mero espectador a una representación visual bastante simplona. ¿ Acaso hay algún misterio en tener una relación esporádica del tipo que sea, con un desconocido?¿ Nos jugamos algo al burlarnos de quien ya nunca volveremos a ver?.Si aunque se quite la mascara, para nosotros nunca va dejar de ser un desconocido. Qué interés podemos tener en él, si dentro de unos días, nos habremos ido a nuestra tierra y nos habremos olvidado de todo. Esta es la condición del mundo actual.
Los mismos organizadores del Carnaval 2009, parecen promocionar este carácter puramente superfluo de espectáculo. lo que mejor se vende es lo que coincide con ese modo de diversión receptivo que cuadra a una mayoría y por eso han escogido como lema: “Sensation: 6 sensi per 6 sestieri” , (Sensación: 6 sentidos para 6 barrios). Se proponen, algo a todas luces imposible: que la masa de consumidores además de los cinco sentidos comunes a todos, pongan a punto un sexto, que desgraciadamente la mayoría tiene embotado: la imaginación.



Algunas precisiones terminológicas:



* La altana es una especie de prolongación del tejado en forma azotea, generalmente de madera, donde las venecianas se teñían el pelo con agua oxigenada, el famoso rubio veneciano y usaban de todos sus afeites, mientras contemplaban y eran contempladas desde las calles.

* El tricornio de fieltro negro con adornos de charol, el tabarco la capa negra muy larga hasta casi los tobillos y la bauta, la máscara blanca que cubre todo el rostro, era el disfraz masculino por excelencia, el preferido por los venecianos ya que no revelaba absolutamente nada sobre la identidad del sujeto.

* La Mantelina, una mantilla con capucha abierta por delante, era la prenda femenina más selecta y las mujeres pudientes, en vez del tafetán, solían llevarla de seda,combinada con el terciopelo y los encajes. En la forma de abrochársela, dejando o no al descubierto los hombros, al igual que en los movimientos del abanico que se llevaba en la mano, había todo un código de significación erótica.


* La Comedia del Arte italiana. Surge durante el siglo XVI y es representada por compañías ambulantes que interpretan música por las calles, combinándola con una gesticulación muy especial, sobre temas siempre relacionados con los engaños amorosos y los celos. Lo característico de ella es que el texto no esta escrito; con lo que una gran parte de la obra, queda al arbitrio de la improvisación del actor. Al referirse siempre a la misma temática acaban por estereotiparse los personajes . Estos estereotipos, usan como signos distintivos el disfraz y la media máscara de cuero, que al dejar libre la boca, les permite gesticular, declamar o cantar. Son los personajes de la Comedia del Arte: el Doctor Peste, Pantalón, Arlequín, Polichinela, Pierrot, Colombina, y Brighella, los que se usarán profusamente, a partir de entonces, en el Carnaval Veneciano.