Sus diseñadores dicen que es el nuevo original... un retorno al modelo que fue el origen de Volkswagen. Desde entonces se han vendido 22,5 millones de unidades en todo el mundo, una cifra que hace que sea uno de los tres automóviles de más éxito de la historia.
El diseño es obra del equipo de Klaus Bischoff, el jefe de diseño de la marca , bajo la tutela de Walter de Silva, el diseñador jefe del fabricante, que trabajó sobre unas nuevas proporciones para corregir el principal defecto atribuido a la anterior generación: la falta de capacidad y, consecuentemente, de funcionalidad. Ahora, el Bettle es un coche que puede ser utilizado sin las limitaciones anteriores, mide ahora 4,28 metros de longitud, lo que supone un crecimiento de 15,2 centímetros, y tiene 1,81 metros de anchura, 8,4 centímetros sobre el predecesor.
También han aumentado los anchos de vías y la distancia entre ejes, mientras lo único que ha menguado es la de la altura, ya que su 1,48 es menor en 1,2 cm. Las medidas mejoran el aspecto general del coche, aumenta el músculo visual y la silueta es más cercana a la del deportivo. El aumento de las proporciones lleva a un espacio interior más amplio y confortable para cuatro adultos; maletero de 310 litros.
El equipo de Klaus Bischoff trabajó sobre el "ADN" original para reinventar el ícono de Volkswagen y el resultado es una silueta comparable a la de un Porsche 911. No en vano el deportivo alemán por excelencia fue concebido a partir del concepto inicial del Beetle, como resultado de retomar, modernizar y dinamizar la silueta del original. Volkswagen afirma que el Beetle actual es un moderno automóvil que rinde homenaje al diseño de la "semilla automovilística" de todo el grupo Volkswagen.
El modelo probado corresponde a la versión Design-Sport que contiene detalles exclusivos, como los tiradores de las puertas y las molduras protectoras laterales, con remates cromados en el color de la carrocería, y los perfiles situados debajo de las ventanas laterales, en aluminio anodizado, rejilla de la entrada de aire negra frontal, con un bisel cromado.
En el interior destaca el salpicadero, del mismo color de la carrocería, guantera como la original en el panel frontal del tablero de a bordo. Una curiosidad es la opción de que el auto lleve en la parte posterior el nombre que recibe en cada país: Escarabajo, Beetle, Vocho, Coccinelle, Fusca, Maggiolino, entre otros apelativos, o sólo la palabra Volkswagen.
Si el diseño no pasa desapercibido gusta de forma unánime, el conductor suma al atractivo estético otras percepciones al volante. Desarrollado sobre la plataforma del Golf, el Beetle hereda sus cualidades ágiles y de resistencia a los esfuerzos y admite mucha potencia motriz. Es firme y admite una conducción exigente, toda la que pueda dar el motor básico. El ajuste del sistema hace que el coche tenga un comportamiento neutro y disposición rápida a obedecer las órdenes de dirección.
La unidad probada es la equipada con el motor de gasolina 1.2 TSI de 105 caballos de potencia, un equipo realizado bajo la filosofía de reducción (downsizing), pero bajo dos principios.
La utilización de este motor de 105 caballos encaja a la perfección con el Beetle. Las respuestas del motor son muy similares a las que proporciona el diesel 1.6 TDI, pero sobre este tiene un funcionamiento más suave y silencioso y un poco más de consumo. El par a un régimen tan bajo hace que el conductor sienta que siempre dispone de empuje, en aceleración y recuperación sin esperar que el motor se revolucione.
Las sorpresas en la conducción del Beetle aparecen en el tráfico urbano, al exigir rapidez en carretera y someter al chasis a las tensiones de la conducción deportiva en montaña. En ciudad es un coche suave y ágil, con capacidad de maniobra notable. El ajuste de la suspensión favorece estas exigencias.
Juan A. Medina/Efe Reportajes
El diseño es obra del equipo de Klaus Bischoff, el jefe de diseño de la marca , bajo la tutela de Walter de Silva, el diseñador jefe del fabricante, que trabajó sobre unas nuevas proporciones para corregir el principal defecto atribuido a la anterior generación: la falta de capacidad y, consecuentemente, de funcionalidad. Ahora, el Bettle es un coche que puede ser utilizado sin las limitaciones anteriores, mide ahora 4,28 metros de longitud, lo que supone un crecimiento de 15,2 centímetros, y tiene 1,81 metros de anchura, 8,4 centímetros sobre el predecesor.
También han aumentado los anchos de vías y la distancia entre ejes, mientras lo único que ha menguado es la de la altura, ya que su 1,48 es menor en 1,2 cm. Las medidas mejoran el aspecto general del coche, aumenta el músculo visual y la silueta es más cercana a la del deportivo. El aumento de las proporciones lleva a un espacio interior más amplio y confortable para cuatro adultos; maletero de 310 litros.
El equipo de Klaus Bischoff trabajó sobre el "ADN" original para reinventar el ícono de Volkswagen y el resultado es una silueta comparable a la de un Porsche 911. No en vano el deportivo alemán por excelencia fue concebido a partir del concepto inicial del Beetle, como resultado de retomar, modernizar y dinamizar la silueta del original. Volkswagen afirma que el Beetle actual es un moderno automóvil que rinde homenaje al diseño de la "semilla automovilística" de todo el grupo Volkswagen.
El modelo probado corresponde a la versión Design-Sport que contiene detalles exclusivos, como los tiradores de las puertas y las molduras protectoras laterales, con remates cromados en el color de la carrocería, y los perfiles situados debajo de las ventanas laterales, en aluminio anodizado, rejilla de la entrada de aire negra frontal, con un bisel cromado.
En el interior destaca el salpicadero, del mismo color de la carrocería, guantera como la original en el panel frontal del tablero de a bordo. Una curiosidad es la opción de que el auto lleve en la parte posterior el nombre que recibe en cada país: Escarabajo, Beetle, Vocho, Coccinelle, Fusca, Maggiolino, entre otros apelativos, o sólo la palabra Volkswagen.
Si el diseño no pasa desapercibido gusta de forma unánime, el conductor suma al atractivo estético otras percepciones al volante. Desarrollado sobre la plataforma del Golf, el Beetle hereda sus cualidades ágiles y de resistencia a los esfuerzos y admite mucha potencia motriz. Es firme y admite una conducción exigente, toda la que pueda dar el motor básico. El ajuste del sistema hace que el coche tenga un comportamiento neutro y disposición rápida a obedecer las órdenes de dirección.
La unidad probada es la equipada con el motor de gasolina 1.2 TSI de 105 caballos de potencia, un equipo realizado bajo la filosofía de reducción (downsizing), pero bajo dos principios.
La utilización de este motor de 105 caballos encaja a la perfección con el Beetle. Las respuestas del motor son muy similares a las que proporciona el diesel 1.6 TDI, pero sobre este tiene un funcionamiento más suave y silencioso y un poco más de consumo. El par a un régimen tan bajo hace que el conductor sienta que siempre dispone de empuje, en aceleración y recuperación sin esperar que el motor se revolucione.
Las sorpresas en la conducción del Beetle aparecen en el tráfico urbano, al exigir rapidez en carretera y someter al chasis a las tensiones de la conducción deportiva en montaña. En ciudad es un coche suave y ágil, con capacidad de maniobra notable. El ajuste de la suspensión favorece estas exigencias.
Juan A. Medina/Efe Reportajes