Cuenta la historia que cuando se instalaron los españoles en América y la sangre aborigen comenzó a correr por los valles y tiño de rojo los ríos y arroyos que serpenteaban entre las tierras, los Comechingones recordaron la leyenda del águila que había escuchado de sus abuelos.
Y la volvieron a contar porque era casi su única esperanza; algún elegido vendría por el ave a traer la paz, para, por fin, lograr la hermandad entre los pueblos.
Se dice que existió una chica de nombre "Arabela" que poseía cualidades extraordinarias y que, convertida en mujer, las desarrollo en defensa de su tribu. Con su sabiduría y fina percepción guío las batallas, y logró, de esa manera, que resistieran más allá de la posibilidad humana.
Y, si bien. "la historia la escriben los que ganan", nadie podrá negar la valentía con la que lucharon los Comechingones, cuyo grito de guerra resultó conocido y temido por los adversarios.
Arabela, la enviada, murió luchando por su pueblo, pero su alma se encuentra protegida por el vuelo triunfal del águila libre.
Por eso, desde entonces, este pájaro representa no sólo la libertad sino también el deseo divino de hermandad entre los hombres; anhelo que vivirá hasta que todos entiendan que es el único camino hacia la felicidad.
Fuente:Leyendas indígenas de la Argentina
(Lautaro Parodi)
(Leyenda de los Comechingones)
(Lautaro Parodi)
(Leyenda de los Comechingones)