Hola de nuevo, mis queridos lectores. He vuelto a Berlín.
Aunque lo que no puedo decir es por cuanto tiempo. Terminó mi beca Erasmus, y ahora mi estancia aquí está condicionada a que encuentre trabajo o no. Va a ser el momento de poner a prueba mis conocimientos de alemán y de ingeniería, combinados.
La virgencica del Pilar
He aprovechado 3 semanas que me han dado de fiesta en el laboratorio para irme a Zaragoza y, ya de paso, hacerme un mini viaje. Y es que parece mentira, pero uno de mis países menos visitados es el mío propio ¡que vergüenza!
Tal vez lo que mas me ha hecho apreciar la belleza de España haya sido el irme. Después de un año lejos de todo lo que das por sentado te cambia la forma de ver lo cotidiano.
Y ¡que demonios! He hecho un montón de buenos amigos que no dejan de invitarme a sus ciudades. Así que he empezado por la créme de la créme: me he ido a Madrid con mi compadre Lucas.
Habré estado en Madrid docenas de veces, pero casi siempre de Atocha al aeropuerto o viceversa.
Como todo el mundo conoce más o menos Madrid, me voy a ahorrar las explicaciones de los sitios. Lucas fue un guía excelente, y me dio una paliza monumental para poder ver todo lo esencial: El Palacio Real, El Prado, La Puerta de Álcala, El Reina Sofía, La Plaza Mayor, todas las calles del centro famosas, Las Ventas, El Barrio de San Blas... incluso me llevó al Escorial, del que no tenía ni idea que fuera tan impresionante.
¡Mire padre, mire como vuelo!
¡Como me gustó! Estoy deseando volver para poder aprovechar mejor la zona de marcha de Malasaña y echar más rato en El Prado, que me dejó sin aliento cuando tuve delante de mí La Familia de Carlos IV de Goya (sin desmerecer otras obras insuperables de ese museo, pero a mí me gusta tirar para la tierra).
Desde aquí le mando un abrazo con mucho cariño a Lucas, pero sin mariconadas. Te echaré de menos en Berlín.