Pipiripí, pipiripí decía mi despertador a las 11 de la mañana. Confusión. Los viernes no tengo clase ¿para qué puse el despertador? ¡La embajada!
Hace unos días una querida amiga nuestra (¡Un beso Nayade!) tuvo un problema bastante gordo. Perdió la cartera con toda su documentación salvo el permiso de conducir. Fue a la embajada, y allí le dijeron que gracias por la visita, pero que si quería pasaporte nuevo tenía que esperarse dos meses, y en todo caso le daban un salvoconducto para volverse a España. Menuda movida. Sin DNI ni pasaporte ni tarjetas de crédito, en el banco te dicen que nanay de tu dinero, y el bono de transporte es inútil porque no tiene foto. Decidimos los demás ir a la embajada española a registrarnos como residentes extranjeros por si acaso nos pasaba lo mismo y tener las espaldas un poco más cubiertas.
Así que nada, a las 12 que quedamos para ir pará allá. Lo que menos hemos aprendido de Alemania es la puntualidad, y después de cruzarnos media ciudad, llegamos a la 1:10, diez minutos exactos después de la hora de cierre.
"Somos gilipollas"
Vamos a la plaza de Zoologischer Garten, o del parque zoológico de Berlín. Allí se encuentra la iglesia de Kaiser Wilhelm Gedächtniskirche (iglesia del recuerdo del káiser Guillermo), la cual es muy famosa en la ciudad y todo un icono de la reconstrucción después de la guerra. Fue terminada en 1895, pero destruida en gran parte durante la Batalla de Berlín en 1945. Tan solo resistió la torre principal, y así en 1951 se decidió, en vez de reconstruir la antigua iglesia, hacer una nueva al lado de cristal. Visita obligada en Berlín, ya que dentro de lo que queda de la antigua hay un mini museo sobre la historia de la Gedächtniskirche.
Además, al ser una gran plaza, montaron un mercadillo navideño, vendiendo los pastelillos típicos de aquí, pingos y Glühwein, vino caliente con especias que se toma en Navidad.
A comer al Hard Rock Cafe ya que estamos aquí. Supongo que casi todo el mundo conoce esta cadena de restaurantes, que sobresalen por su cuidada decoración, su estilo gringo y sus precios. El sitio es caro, pero oye, no siempre te comes una hamburguesa de un palmo rodeado de fotos de los Sex Pistols, una guitarra firmada de los Kiss y el corsé con farolillos de Madonna. Ich bin americaner. Unas afotos:
No mis queridos amigos, no voy a poner fotos de dentro. No porque lo considere incorrecto, sino porque los 9€ que nos pedían a la entrada, después de habernos dejado ya 20 en el Hard Rock, nos lo hicieron pensar mejor y no pasamos de la tienda. Ahora, menuda tienda.
Vuelta a casa. Las chicas tienen una gran idea. Si la última Corridor Party estuvo muy bien ¿por qué no repetirla?
Y así, una vez más, acabamos en el cuarto de Ramón, un colega gallego, gritando, cantando, bailando, saltando y bebiendo. Yo, que ya me hago viejo, me fui a las 4, pero la cosa duró hasta las 6. Dios bendiga al Youtube y los vídeos de Los Manolos.
Una vez más, al volver a casa haciendo eses, tuve la sensación de que esto se me va de las manos. Ya veremos que hacemos mañana.