Día para tomárselo con tranquilidad. Dormir bien. Comer sopita. Ver una peli. Pensar en qué hacer esta noche. Tengo la opción de ir a la Christmas Party de mi universidad. No me hace mucha gracia, la última fiesta suya no fue gran cosa. Me manda una amiga un SMS, preguntándome que marcha llevo esta noche. Tal vez sea mejor hacerse el margi hoy de los Erasmus, y paso de ver el Barça-Madrid. Ok, a las 8 en Warsch. Str. Llamo a Marco, un colega italiano, por si se quiere venir, que esta con una amiga por aquí y me dijo que le avisara si se me ocurría algo mejor que lo de la uni. Mireya, una amiga de la residencia, se une al grupo. Guay, ya tenemos pandilla para la noche. Hora de salir, en marcha a Warschauer.
Lo he contado mil veces, pero no me canso de repetirlo: esta zona es La Zona. Tiendas, bares, discotecas, gente. El Berlín profundo, el Berlín alternativo (casi decir pijo-alternativo, pero bueno), el Berlín artístico, el Berlín estudiantil, el Berlín auténtico se vive en el barrio de Friedrichshain, la zona de Warschauer Strasse.
Primero cena en otro indio. Les molan aquí a la peña esos sitios. Esta vez, como el restaurante no es del centro de la ciudad, es más barato, mejor servicio y mejor comida. Lo típico, a ver cuando nos enteramos que comer en el centro es tontería.
Yo (justo antes de probar la cerveza): Joder que puta resaca.
Yo (justo después de probar la cerveza): Joder que bien me encuentro y que ganas de marcha.
A continuación, al RockZ, mi pequeño bar Duende de Berlín. Buena música, cervezas, sofás, futbolín y, además, dejan fumar. Cuando me mude de la residencia necesito vivir cerca de un sitio así. La conversación empieza, como casi todas entre Erasmus, hablando cada uno de nuestro país, las cosas que echas de menos, las costumbres que se tienen, etc. Me gusta, estoy aprendiendo mucho de muchos países sin ni siquiera pisarlos. La de pasta que me estoy ahorrando. Cuando la conversación empieza a ponerse interesante, es hora de moverse. Son la 2.
Yo: ¿Donde vamos?
Mireya y Sara: Vamos al Cassiopea que está aquí al lado.
Marco: A mi me da igual.
Ouarda: Vamos a Kreuzberg que está Rebecca y he quedado en llamarla. (Esta última frase debería estar prohibida. ¿Por qué? Sigue leyendo, seguro que a tí también te ha pasado).
Yo: Vale, pues si hemos quedado con ella se va que algo habrá.
Viajecito de 20 minutos hasta Kreuzberg en U-Bahn. Llegamos al barrio, llegamos a la calle. Llamamos de nuevo a Rebecca.
Ouarda: Que dice la Rebecca que aquí en Kreuzberg no hay clubs, y ella está en un bar de ambiente (Ganas de matar aumentando).
Marco: Pues vamos al Watergate o al Weekend.
Yo: Ainss, vale.
Mireya y Sara (no lo dicen pero lo piensan): Sois gilipollas y nosotras más por seguiros hasta el puto Kreuzberg pa ná.
Viajecito de vuelta al mismo puto sitio de antes. Más de una hora perdimos, dando vueltas como idiotas por Berlín sin saber a donde ir. Marco sugiere finalmente el Weekend. Las chicas están cansadas. Dos se rinden a la evidencia de que es tarde para ir a un club. Marco debe tener sangre aragonesa, y los dos, cabezudos como mulas, nos fuimos al garito.
¿Por qué, a las tantas de la madrugada, dos tipos que no saben bailar se van a una discoteca que cuesta 12€ la entrada? Porque esa discoteca es la Weekend, situada en los pisos 12 y 15 de un edificio de oficinas de la RDA en Alexander Platz. No quiero intentar describir lo que es estar allí, rodeado de cristaleras mientras bailas y ves todo Berlín. Solo que si estas de visita por la ciudad, no debes perdértelo (ojo, los domingos es de ambiente).
Esta foto es en verano. Pero dentro las vistas son igual de magníficas.
Volvemos para casa en el tranvía, cansados. Ha sido un largo fin de semana. Reflexiono en cómo ha cambiado mi vida aquí, las experiencias que estoy viviendo y los nuevos amigos que he hecho. En unos días estaré de vuelta en Zaragoza. Tengo ganas de volver a ver a mis amigos y la familia. Volveré en enero a Berlín.
Aquí termina mi especial de cuatro artículos sobre mis fines de semana. Me doy cuenta que solo os hablo de bares, discotecas y fiestas en el blog, pero un Erasmus es mucho, muchísimo más. No lo quiero compartir escribiendo. Lo compartiré, como debe ser, con un par de cervezas y una buena conversación por delante.