Como cada fin de año, cuando el tiempo nos deja hacer pocas cosas en el exterior me pongo a programar las siembras y cultivos de la temporada próxima. Reviso las semillas de que dispongo y ojeo catálogos; algunos ya del 2013, para adquirir nuevas variedades o reponer alguna que me fue bien pero conseguí guardar semillas.
Observando esos catálogos, en su mayoría extranjeros, es cuando me doy cuenta de lo pobre de la oferta nacional, y es que en un país que vende hortalizas y frutas a todo el mundo apenas se encuentran en los cátalogos mas que unas pocas variedades de cada vegetal y menos que sean las ideales para los que vivimos en el norte donde nada tenemos que ver con la zona mediterránea.
Esto me hace reflexionar sobre la perdida de biodiversidad agrícola marcada por los intereses del mercado. Y es que desde la aparición de la agricultura, hace unos 10.000 años, la diversidad genética de las plantas cultivadas se ha mantenido e incluso incrementado de forma eficaz. Sin embargo, en los últimos años se ha perdido una gran parte de la biodiversidad agrícola mundial. Por eso pienso que ya que la agricultura profesional no creo que se ponga a ello, que se nos de a nosotros l@s aficionad@s la posibilidad de sembrar y elegir cuantas y que variedades queremos tener en nuestros huertos. Esta muy bien lo de los bancos de semillas y lo de recoger variedades tradicionales, pero de que sirve si no tenemos acceso a ellas. Pensando mal, puede uno llegar a pensar que se trata de un secuestro con fines comerciales. Pero para que pensar mal, seguiré buscando variedad donde la tengan.