La leyenda de Ujué, como casi todas las leyendas, se dibuja al contraluz de un tiempo vago e indefinido.
Cuenta que un pastor cuidaba de su rebaño en la cumbre de la sierra de Orba, entre los altos riscos de esta mole de piedra y vegetación, cuando reparó que una hermosísima paloma visitaba constantemente una oquedad abierta como una herida entre las rocas de la montaña.
Movido por la curiosidad se aproximó el pastor a mirar qué había allí para motivar el alegre aleteo del ave.
Su sorpresa fue mayúscula cuando descubrió una imagen de una belleza cegadora de la Virgen con el Niño entre sus brazos. Así surgió, según este relato, la imagen de Santa María la Real.
En dicho lugar se levantó un santuario, a cuyo derredor se instalaron una serie de familias, creándose de esa forma el pueblo de Uxue o Ujué.
Dos aspectos temáticos del mito aparecen como una realidad palpable en Ujué: que su escarpada y arrebatadora localización es lugar de altos vuelos, pues “Uxue” es sustantivo euskérico que significa paloma, y que el pastoreo ha sido la actividad fundadora de esta comunidad.
Ujué se encuentra sobre una colina a 815 metros sobre el nivel del mar, en un lugar estratégico como defensa entre la Ribera y la Montaña, y los ríos Aragón y Cidacos.
Su templo es una imponente iglesia fortaleza, que aparece citada en el siglo X. Tiene restos de obra del siglo XII, si bien la mayor parte de su ornamentación es gótica de la segunda mitad del siglo XIV.
La imagen de la Virgen con el niño es de hacia el 1190, siendo muy semejante a las de Pamplona e Iratxe.
Es de las conocidas como “sedes sapientiae”.
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Navarra, España