SAN IGNACIO DE LOYOLA
Tradiciones populares
San Ignacio de Loyola tuvo una gran devoción a la Virgen, especialmente en dos de sus advocaciones: Nuestra Señora de Montserrat y Nuestra Señora de la Guía, esta última venerada en Manresa. Fue tanta la devoción que le despertaron estas dos imágenes cuando las visitó, que la tradición popular señala a la Virgen como la impulsora para que él se consagrara a la vida religiosa.
Hay muchas leyendas que se atribuyen a San Ignacio de Loyola, de entre muchas, destaca esta que te explico por su curiosidad. Se dice que un día que Ignacio pasaba por la calle Sobre-roca de Manresa, encontró un chaval que lloraba amargamente, al lado de un pozo, porque le había caído una gallina al fondo y temía que su madre lo pegara. El santo se acercó al borde del pozo y bendijo el agua. Al cabo de un instante, el nivel del agua subió hasta llegar por debajo del mismo borde del pozo... lógicamente, el niño pudo coger la gallina con toda facilidad y lo más importante: ¡viva!
¡¡¡Solamente hubiera faltado que en aquél instante hubiera puesto un huevo como agradecimiento!!!
¿Será por esa leyenda que los niños también le pueden pedir amparo?
Tal y como ha comentado nuestro amigo Santiago Thió, San Ignacio fue militar, es por este motivo que en algunos países los militares lo tienen como patrón, aunque recuerda que el abogado de los militares por excelencia es San Martín de Tours.
Curiosa es una de las protecciones a la cuál podemos recurrir si invocamos a este santo, es contra la presencia de lobos.
Dice una tradición que nuestro pobre Ignacio se hallaba en la montaña de noche y que escuchó unos fuertes aullidos de lobos. De pronto se le apareció una manada de estos "simpáticos" animalitos que al verlo se pusieron a jugar con él como si fueran perritos.
Otra versión de esta leyenda cuenta que Ignacio, al verlos, marchó corriendo y que los lobos le siguieron, pero éstos se cansaron después de horas y horas persiguiéndole.
Sea como fuere, mucha gente de la montaña ha invocado a lo largo de la historia a este santo contra la presencia de lobos.
Existe también la tradición de "El Agua de San Ignacio". Antes, más que hoy, era costumbre el día de su fiesta (31 de julio), que en las iglesias donde existía un altar dedicado a él, se bendijera agua, a la cuál se le atribuían efectos prodigiosos. En Brujas (Bélgica), en 1839 cesó el cólera después de una bendición en un altar.
Otras protecciones: a parte de invocar a San Ignacio contra la presencia de lobos, también le podemos pedir ayuda contra los piojos y las pulgas, animalitos con los que muy frecuentemente tuvo que convivir.
También por los remordimientos de conciencia y contra la fiebre, una enfermedad, ésta última, que a menudo padecía. Lógicamente, es el patrón de todos los hermanos jesuitas y de todos aquellos que realizan ejercicios espirituales.
Con el permiso de San Nicolás, también los niños le pueden pedir protección.