Recuerdo una leyenda que de niño a mis mayores les oí contar, ¡como Chaya y Pusllay se quisieron y su amor no pudieron plasmar!
Pusllay era mal visto en toda la comarca y tanto le compungía aquel desprecio, que amanecía y atardecía, con su desconsuelo.
Chaya, sufría dolida por ese desaire, pero aún más, por aquel amor imposible, que no pudieron concretar. Y en una tarde cualquiera consumido de penar, Pusllay partió hacia la ausencia a su destino enterrar, era tanta esa pena que lo embargaba, que era imposible en su pecho albergar una más.
Detrás de sus pasos salió Chaya a buscarlo, siguió el mismo camino sin poderlo encontrar.
Chaya se convirtió en nube y llorando a su amor perdido, mojaba la tierra gredosa y carnal y anduvo por toda esa tierra sin poder enjugar sus lágrimas de rocío y de sal.
Se hizo carne en su pueblo, también en las coplas, en las coplas palomas trepando aún más y en su pueblo ungida en vidalas, que se eternizaran.
¡Por eso La Rioja! cuando exhuma febrero llora por todos los barrios rociando con agua para el carnaval. Lagrimas que derramó Chaya, ¡rocío de agua! por su amor Pusllay.
(De la Veja Estación del alma)
Agradecemos a Luis Casca Olivera por su valiosa colaboración.
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/04/la-challa-y-el-principe-pujllay.html
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