Publicado en Madridiario
Susana Pérez; Fotografías: Gustavo San Miguel
En el Valle del Lozoya, en plena sierra madrileña, un grupo de arqueólogos, paleontólogos y geólogos buscan restos de actividad de los primeros homínidos que habitaron en la región. El yacimiento de Pinilla del Valle es el único de la Comunidad de Madrid que muestra evidencias de nuestros ancestros. Las excavaciones mostrarán la forma de vida de hace millones de años.
El sol cae con aplomo sobre el Valle del Lozoya. Ni siquiera la cercanía del embalse refresca la jornada del centenar de arqueológos y paleontropólogos que estos días trabajan sin descanso en Pinilla del Valle. Allí se esconden algunos de los tesoros mejor guardados de la humanidad. Y ellos lo saben; los expertos que rescatan -con paciencia y mucha dedicación- los restos fósiles almacenados y escondidos en la montaña de este paraje natural, en el entorno de Rascafría.
En Pinilla del Valle ya han aparecido restos de hombres de neandertal, y hay numerosos elementos que atestiguan las actividades que los homínidos llevaron a cabo en la sierra madrileña hace miles de años. Parte de la historia que se esconde aquí, se descubrió en 1979. Y fue de pura casualidad, cuando la erosión dejó al descubierto una vereda con restos fósiles de hace 100.000 años. A partir de entonces, los arqueólogos y paleontólogos se dieron cuenta que Pinilla esconde un gran libro que explica el pasado de nuestra especie. "Este sitio es especial, está en una situación de altura privilegiada para los neandentales de montaña que a lo largo de millones de años han ocupado este valle. Se trata de una especie humana concreta, en un ecosistema concreto y en un territorio concreto" cuenta Juan Luis Arsuaga, co-director del yacimiento de Atapuerca y encargado de las excavaciones de Pinilla del Valle, junto a Enrique Baquedano, director del Museo Arqueológico Regional.
Ambos expertos arqueólogos comparten su afición por conocer la tierra en la que vivieron los antepasados de la región. Los neandertates eran recolectores y se alimentaban de los animales que cazaban, por los restos de hienas y rinocerontes encontrados en los espacios excavados. Además, "existe un campamento de los hombres de Neandertal en el Abrigo de Navalmaíllo, fechado entre 70.000 y 77.000 años (A.C.), donde los homínidos dejaron constancia de toda su actividad. Vivían en un abrigo rocoso, de piedra caliza y ahí ubicaron su vivienda en la que tallaban piedras, trabajaban las pieles y las maderas" apunta Enrique Baquedano, quien añade: "Tenemos restos del consumo de bóvidos, équidos y cárnidos y piedras talladas, propias de los neardentales".
Los trabajos de investigación también se centran en la Cueva de la Buena Pinta. Es el yacimiento más reciente de los encontrados en Pinilla del Valle, con una datación de hace 63.000 años, y se trata de "un cubil de hienas en el que se encontraron restos de Homo Neanderthalensis.
Estos animales utilizaron este espacio como refugio y trajeron hasta aquí otros animales que cazaban" asegura Arsuaga. El arqueólogo habla "de la aparición de dos dientes de un mismo individuo que fueron transportados por las hienas. Nos sabemos si se encontraron con un cadáver humano, lo desenterraron en una cueva o en el campo, y trajeron parte de un cuerpo. Estamos buscando el esqueleto del individuo".
Pero todavía queda un yacimiento mucho más antiguo con restos datados entre hace 200.000 y 300.000 años, un período especialmente interesante para conocer la evolución de los homínidos en Europa, ya que es la época en la que los Homo Heidelbergensis dieron lugar a la aparición de los hombres de Neandertal.Se trata de la Cueva Descubierta, según Baquedano, "la cavidad más grande de este valle, que está repleta de artefactos líticos tallados por los primitivos hombres, así como restos de fauna que ellos consumían. Llama la atención la presencia de rinocerontes de estepa, propios del Pleistoceno".
Los restos fósiles encontrados en los tres yacimientos localizados en las excavaciones, que tienen previsto finalizar el 17 de septiembre, se analizan, clasifican y restauran en los laboratorios instalados en Rascafría, aunque su destino final será el Museo Arqueológico Regional, en Alcalá de Henares.
A punto de finalizar la jornada, un grupo de jóvenes arqueólogas, que trabaja en la Cueva Descubierta, no esconden su asombro y emoción. Han conseguido sacar, después de cinco intensos días, un hueso de gran tamaño, algo deteriorado -claro está- por el paso de miles de años que ha permanecido enterrado en este valle, entre pinos, robles y álamos.