LA WILANCHA




Por: Saúl Alejandro Maldonado Pérez

La pervivencia de las costumbres de los pueblos aborígenes fue aumentando en el transcurso de los años. Los mitos andinos, enriquecidos en el tiempo tienen como referencia un respeto profundo a la naturaleza. Las costumbres se arraigaron en los pueblos, hasta tal punto de repetirlos y venerar a los elementos de toda la naturaleza.

Las ceremonias de los pueblos andinos, tanto en las ciudades y sitios alejados que reciben el nombre de “sitios sagrados”, son actos espirituales de la sociedad.

Es interesante destacar que la descendencia genealógica de los pueblos andinos fue fijada en la piedra o identificada con elementos geológicos como las montañas, colinas, grietas, ríos, rocas, cascadas, etc. Pero hay unos lugares especiales que son las wakas o achachilas que son la prolongación del tiempo de las organizaciones sociales como los ayllus, markas, layas y suyus en lo que antes era el territorio del Tawantinsuyu.

En la cosmovisión andina todo tiene vida, por eso se habla de mentalidad animista. Así, como dice Freddy Yapu, un intelectual aymara, “las montañas tienen valentía, honor, astucia, incluso pueden aparearse, pueden reproducirse.

Eso se llama lógica de vida porque hay una armonía, una comunión entre el hombre y la naturaleza.

Muchas prácticas de ritos que se han ido mezclando se practican en la Paz, Cochabamba, Oruro, Potosí, Santa Cruz y otros departamentos debido a la fuerte migración del campo a la ciudad que deja su huella y se enriquece con nuevos elementos.

Así, la Wilancha es una “ceremonia ritual donde se ofrenda, generalmente, una llama, se la degüella y con su sangre se challa o invita a la naturaleza, esparciéndola a los cuatro puntos cardinales y rociando con ella a la madre tierra o pachamama”. Es un acto que representa que la tierra bebe, ingiere la sangre y los achachilas o también llamados tíos que son los abuelos ancestrales y no dioses, reciben la sangre como una ofrenda en la ceremonia ritual de la Wilancha.

Previamente a la Wilancha se prepara una mesa ritual simple o una completa que contiene coca de hojas dulces o amargas, bebida que es chica o kusa que luego fue sustituida por el alcohol blanco y vino tinto o aguardiente y se utiliza el tabaco o sayri, planta originaria de América que fue de uso exclusivo para ceremonias religiosas y ofrendas a los antepasados.

Las mesas rituales contienen elementos de origen vegetal, entre ellos: incienso, copal, wira kuya, wairurus, kuti kuti, kulla kulla o phinaya, kina kina, saka kuti, pacha untu, coca, clavel, rosa, chunchu vainilla.

También elementos de origen animal: lanas de colores, fetos de camélidos o sullus, untu o grasa, cuero o carne seca de titi o gato montés, plumas de aves, conchas fósiles estrellas de mar, espinas de puercoespín, pescados secos, etc.

Asimismo, elementos de origen alimenticio: uva, cacahuate, higo, papa, oca, granos, galletas secas, caramelos, confetis, papeles de color brilloso denominados misterios.
Desde ya se utilizan elementos de origen mineral como: la mica, piedra imán, taku, llampu, azufre nativo, toba calcárea que es utilizado para tratamiento de enfermedades y curaciones por los yatiris, sabios o sacerdotes.

En las mesas rituales están varios elementos denominados “misterios” de distintos colores.

Su simbología se explica:

• Rojo o “chipika” que representa la sangre y sacrificios de nuestros mártires y abuelos que ofrendaron sus vidas en la lucha por la liberación y la guerra del Chaco. Como símbolo masculino, significa el principio de la vida.

• Celeste o “larama” representa la vida relacionado con las “cochas” como símbolo femenino.

• Amarillo o “kellu”, representa la riqueza de los recursos naturales, como el oro y la plata producidos en las minas. Es un principio activo que relacional al sol con los espíritus de los antepasados.

• Verde o “chojña”, representa a la madre naturaleza a la “Mamapacha” y a todos los seres vivos de la naturaleza. Es el símbolo de la fertilidad, es el símbolo femenino. Incluye al trueno, al relámpago y el anuncio de las lluvias.

Finalmente, destacar la posición de los ambientalistas y proteccionistas de utilería, que no conocen las prácticas ancestrales y vierten un pensamiento copiado en el llamado primer mundo, como libreto aprendido para repetirlo sin reflexión alguna. Si bien, la Wilancha tiene fuertes raíces culturales dinámicas, ahora se ha lanzado el desafío de sustituir el degüello de la llama por otro símbolo hecho en el “miski”. No entender, ni conocer la ritualidad del país, principalmente de occidente, genera una permisividad irresponsable que colinda en el autodesprecio. Por eso nuestra anotación final para que algunas entidades medioambientalistas y proteccionistas conozcan primero, la singularidad sociológica del país.


Bibliografía: “Mamapacha” Diccionario de Mitología Aymara, Mario Montaño Aragón
“Memorias del Titikaka”, Freddy Yapu Gutiérrez
“Liturgia Andina”, Luis Alberto Aguilar Calle
“Apuntes Provisionales”, Concierto Boliviano, Saúl Maldonado