En la penumbra histórica entre la vida precolombina y la Colonial aparece la figura resplandeciente de un personaje vigoroso y atrevido que por su extraordinaria hazaña se le nombró con una frase alegórica compuesta de tres palabras.
TKUM, significa “batido”, es participio pasado de K Tuk, quiere decir “batir”. Alude a una tradición del Pop Wuj en que se refiere que el Divino Creador al fin hizo una generación humana magnífica hecha de maíz.
U, es adjetivo posesivo de segunda persona, significa “su de él” o “su de ella”.
MAM, significa abuelo, ancestro, antepasado.
Reuniendo las tres palabras TKUM U MAM indica: “El de los abuelos batidos” (de maíz). Es para expresar que era un hombre fuerte, extraordinario e inteligente. No se sabe su nombre propio.
La historia va así: Los quichés no hicieron la guerra con los españoles, porque fueron avisados por el Monarca de México, Moctezuma VIII, además los adivinos no lo veían con buenos ojos a los hombres blancos porque estos los exterminarían.
Kikab gobernante de los quichés, tenia una gran pena, pensando que hacer, poco tiempo después murió, quedando su hijo en el poder, cuyo nombre se desconoce en la historia. Se hizo cargo del mando y dirigió los preparativos de la defensa.
El encuentro entre ki-ches y españoles fue en un lugar llamado P Chaj de Quetzaltenango (hoy Llanos del Pinal).
Era una muchedumbre la defensa, para impartir órdenes y hacerse oír, el Príncipe, dispuso se hincara un palo enhiesto muy alto en el suelo revestido de una escalera de cuerdas o lazos; en la punta estaba adaptado un trapecio giratorio al que se amarró y enrollo un largo lazo.
El Príncipe se disfrazó de su nawal Tzkin (pájaro) con vistosas plumas verde de quetzal. Todo estaba listo. Se trepó por la escalera del lazo y al llegar a la cima se amarró el extremo suelto del lazo a la cintura.
Cuando llegó el momento oportuno se lanzó al aire, con el peso de su cuerpo empezó a girar el trapecio describiendo círculos cada vez más anchos a medida que se desarrollaba el lazo en el trapecio.
Gritaba y dirigía la acción blandiendo en la mano un hacha obsidiana procurando atacar a Pedro de Alvarado quien estaba montado en un caballo; en su intentó solo mato al caballo, el que se repuso inmediatamente por otro caballo. Sorprendido Alvarado le asestó una lanzada en pleno vuelo, ya herido lo bajaron, tendido en el suelo lo atacaron los perros de los españoles. Alvarado se volvió a los jinetes que lo acompañaban y les dijo: “No vi en lo de Méjico más extraño QUETZAL”; asombrado por el espectáculo creyó que en verdad era un gran quetzal.
Al moribundo príncipe, lo llevaron a Pacaja donde expiró por la herida mortal. Por el vuelo trágico fue que se le admiró y se distinguió la frase alegórica “TKUM U MAM”.
También de este acontecimiento se formó el topónimo “Quetzaltenango” que significa “Lugar del Quetzal” aludiendo al nawal de TKUM U MAM.
Fuente: Kí-chè, Adrian Inés Chavéz.