Me enteré por Traianus
Ha fallecido Maite Amaré Tafalla. Copio las emotivas líneas que le dedica Manuel Martín-Bueno, catedrático de la Universidad de Zaragoza:
Tengo en mi despacho desde hace muchos años fotos de mis doctores, de aquellos que en número de varias decenas confiaron, y aún lo hacen, en mi persona para encaminarles por la nada fácil senda de la investigación y la universidad, eso que llamamos vocación.
La primera de ellas es la de una joven de mirada seria, siempre un poco hacia un lado y hacia la tierra, manías de arqueólogos, con un peinado invariablemente en melena corta y flequillo recto sobre la frente, negros los cabellos y aspecto general que inspira confianza y seguridad.
Es la imagen que para mí perdurará el tiempo que lo hagamos su fotografía y yo mismo. Es la imagen del comienzo de la madurez de una joven que se presentó a mi en primero de carrera en Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza, en compañía de su compañero inseparable, esposo luego, hasta que el destino ha decidido lo contrario de forma inexorable, para decirme ambos que quería venir a excavar a Bilbilis y que aquello de la Arqueología parecía atraerles de forma decidida.
Lo que pudo ser atracción repentina y pasajera se convirtió en vocación y adhesión inquebrantable hasta hace unos días en que persona y vocación, convertida en profesión, se han separado por mor del destino de forma definitiva.
Maite Amaré, alumna ordenada hasta el paroxismo, de expediente universitario mas que sobresaliente, excepcional, cuando conseguirlo no era fácil por la competitividad reinante, tenía una letra menuda y regular y sus exámenes dignos del británico mas acrisolado, estaban trazados con tiralíneas, con las frases y palabras precisas, ni una mas ni una menos que las necesarias y con una concisión y precisión terminológica que asombraba a los profesores que tuvieron la suerte de enseñarle algo.
Fue la primera de mis alumnos en redactar una tesis de licenciatura sobre las Lucernas de Bilbilis y la primera también en defender una tesis doctoral sobre el mismo tema extendido al mundo del Valle del Ebro.
Becaria de investigación, pasó por las universidades de Zaragoza, Córdoba y recaló en León, siguiendo los pasos de su maestro, para entonces ya amigo y casi familia, por tradición y proximidad. Obtuvo plaza de Titular de Arqueología en aquella Universidad hasta que hace tres semanas un diagnóstico terrible que en principio apuntaba a un problema pulmonar menor, se convirtió en la palabra clave que a todos asusta pero en un grado que era imposible atajar. Pocos días después se ha ido en silencio.
Una vida intensa, a caballo entre la docencia, la investigación y la familia, sacando adelante entre ella y Jesús a una hija, hoy adolescente que tendrá que aprender a convivir con un vacío irrellenable, han sido el recorrido vital de una mujer que la muerte ha truncado antes de tiempo. Otra persona más a añadir a la lista de los que “todavía no les tocaba”, pero las cosas son así y así las aceptamos.
La rapidez del desencuentro con la vida ha sido rapidísima, casi sin dejarnos reaccionar, sin darnos tiempo a hacernos a la idea, eso tardará pero mientras y luego nos quedaremos con la imagen positiva, con las publicaciones pulcras y referentes obligados, con su concisión, con su carácter amable y duro al mismo tiempo, con la ternura que dejaba para los mas íntimos y con esa foto que queda en mi despacho en la que el flequillo recto enmarca un rostro que definía perfectamente quien era Maite Amaré. Haremos lo posible porque en la broncíneas lucerna nunca falte el mejor aceite que sirva para iluminar también un poco los riscos de Bilbilis donde le crecieron los dientes en las tareas arqueológicas que definieron su vida. Gracias por lo que nos diste y por tu ejemplo de orden, concisión y franqueza aragonesa.
Zaragoza 12/05/2010
Manuel Martín-Bueno
Maestro, colega y amigo