Arquitectura sin construcción

La arquitectura —principalmente la moderna— es un arte inseparable de la forma. Dentro del proyecto arquitectónico hay conceptos e ideas abstractas muy complejas y discutibles, paradojas incluso, pero sólo pueden transmitirse al mundo sensible mediante la forma construida. El proyecto precede a la construcción y la imagen fotográfica es siempre posterior. La crítica de la arquitectura es la instancia en la que se ponen a discusión los conceptos, derivados de la interpretación del proyecto, el edificio, sus imágenes y las afirmaciones de sus autores. También se pueden criticar e interpretar proyectos que no fueron construidos, solamente dibujados, sin embargo las conclusiones que se pueden alcanzar en estas discusiones son mucho más especulativas que aquellas que se extraen de la experiencia física derivada de las visitas que hacemos a los edificios.

Hay algunas preguntas que han surgido en tiempos recientes en los que la arquitectura se ha gradualmente acercado a las artes derivadas del neo-conceptualismo, son preguntas que no habían surgido anteriormente y que abren a los arquitectos jóvenes, horizontes inmensos e inexplorados. ¿Es posible hacer arquitectura sin construir nada nuevo? ¿Qué papel juega la ocupación humana en la percepción del espacio arquitectónico? ¿Qué resultados puede aportar el “reciclaje” de espacios abandonados a los que se dan nuevos usos?

Hay dos ejemplos importantes de espacios públicos dedicados al arte, que han respondido mediante sus soluciones, algunas de las preguntas planteadas. El primero de ellos es el PS1, un museo y centro de arte en el distrito de Queens, en Nueva York. El edificio de estilo ecléctico, existía desde finales del siglo XIX y albergaba a una escuela pública, de ahí el nombre: Public School #1. La escuela fue cerrada y el edificio abandonado desde hacía décadas hasta que en los años ochenta fue ocupado por artistas del barrio. En 1997 el gobierno de la ciudad hizo oficial la donación del inmueble y comenzó su adaptación, llevada a cabo por el arquitecto angelino Frederick Fisher, para ser utilizado como centro de arte y en el año 2000 se afilió al Museo de Arte Moderno para coordinar sus programas. El segundo caso es el Palais de Tokio, ubicado a escasos metros de los jardines de Trocadero en París. El edificio, un viejo pabellón ferial construido en 1937, fue convertido en recinto de producción y exhibición artística e inaugurado en el año 2001. La remodelación, que pronto concluirá su segunda etapa, estuvo a cargo de la oficina de arquitectura Lacaton y Vassal.

Fuente: http://impreso.milenio.com

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