Flores en el plato


El hombre a lo largo de su trayecto en la vida ha aprendido a comer todo o casi todo, las flores no se han escapado a ello. Algunas son tan comunes a nuestra dieta que ni nos damos cuenta, por ejemplo la alcachofa, la coliflor, el brócoli, dentro de las especias el clavo de olor y el azafrán, no tan usual en nuestra cocina pero sí en otras las flores de calabaza o calabacín, en dulces y postres las rosas y el saúco.
Pero existe toda una variedad de flores que podemos incorporar a los platos como elementos complementarios, decorativos y comestibles, como son las flores de varias hierbas u otras de plantas ornamentales, sobre todo en la época que nos encontramos. Las más conocidas son las rosas y las flores amarillas de las calabazas, pero también se pueden preparar buenos platos con amapolas, claveles, calendulas, crisantemos, malvas, pensamientos, jazmín, gladiolos, salvia,flor de cebollino o violetas, entre tantas otras.En la cocina creativa actual, cada vez está más de moda añadir flores a las ensaladas y otros platos. La estética de la ensalada gana mucho y el sabor también puede verse favorecido si se combinan bien los ingredientes.
Con todo, hay que tener en cuenta que no todas las flores son comestibles, pues hay cantidad de ellas toxicas, cuidado con echar todo lo que se nos ocurra a las ensaladas, que conozco alguna... Y que las que provienen de una floristería o de un cultivador desconocido pueden contener pesticidas. Por lo tanto lo recomendable es consumir sólo las flores bien identificadas y de procedencia segura, las cultivadas por métodos ecológicos y por nosotros mismos son las mejores.
Las flores pueden mantenerse frescas en la nevera durante una semana hasta ser consumidas.