LA HISTORIA DEL PRÍNCIPE


Continuación de:
EL PRÍNCIPE PREDESTINADO A LA MUERTE
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Al saber el rey que uno de los jóvenes había conseguido superar la prueba, inquirió ante todo de qué príncipe se trataba.

El mensajero respondió: "El vencedor no es un príncipe, sino el hijo de un oficial egipcio a quien su madrastra ha expulsado de la casa paterna". El rey exclamó indignado entonces:

"¡Cómo voy a dar mi hija a un fugitivo egipcio! ¡Devolvedle a su país!"

Pero cuando los mensajeros quisieron obligar al joven a marcharse, la princesa se abrazó a él sollozando: "¡Por Ra-Harakte! Si me lo quitáis, no comeré ni beberé nunca más.
Me dejaré morir".

Al enterarse de ello, el soberano ordenó a sus soldados que ejecutasen al joven en presencia de la princesa.

Pero ella exclamó decidida:

"Si le matáis, me mataré yo también antes que se ponga el sol. No quiero sobrevivirle”.

En vista de ello, el rey se vio obligado a otorgar su consentimiento para el matrimonio.

El príncipe de Egipto se desposó con la bella princesa y el padre de ésta ofreció a la pareja un palacio, esclavos, tierras y otros muchos obsequios.

Después de la boda, el príncipe reveló el secreto de su vida a su joven esposa:

"Estoy sentenciado a morir víctima de un cocodrilo, una serpiente o un perro".

"Entonces —replicó la princesa—, ¿por qué conservas siempre contigo a tu perro?
¡Mátale!"

"No —respondió el príncipe—, no quiero matar al fiel perro que me regaló mi padre cuando era todavía un cachorrillo."

Pero desde aquel día la princesa sufrió constantemente por su marido y no le abandonaba un solo momento.

Pasado algún tiempo, regresó a Egipto con su joven esposa.

El perro del príncipe les acompañaba.

Una tarde en que el príncipe quedó dormido, una enorme serpiente entró en su habitación con ánimos de atacarle, pero la esposa despertó y ordenó a sus servidores que trajeran una vasija llena de leche para el reptil; bebió tanta, que al cabo ya no pudo moverse y la princesa la mató con un puñal.

En seguida despertó a su marido, que se admiró al ver el cadáver de la serpiente junto a él.
Su enamorada esposa exclamaba:

"Los dioses te han hecho más fuerte que uno de sus decretos de muerte, y del mismo modo ocurrirá con los otros".

La princesa ensalzó las divinidades y les ofreció presentes.

En otra ocasión, el príncipe paseaba por sus tierras con su fiel perro. De repente, éste sorprendió unas piezas de caza y se lanzó en su persecución, seguido del príncipe.

Corriendo, llegaron hasta las orillas del Nilo, donde un enorme cocodrilo devoró al príncipe mientras una voz resonaba:

"Yo soy el destino fatal que te persigue..."


El papiro no dice más, por lo que nunca sabremos de qué modo escapó el príncipe a su trágico destino, pues es indudable que el relato tiene un desenlace feliz.