Reseña triste del Licenciado Vidriera.


Agilulfo, recibió la reprimenda de María, y aunque deseaba ardientemente regresar junto a ella, su alma estaba invadida por la duda y esto le producia una gran desazón. Comprendía que su actitud era dificil de explicar y prefirió justificar "sus temores", dejando en su buzón, esta particular reseña, de "un personaje bastante afín".

Tomás de Rodaja, es uno más de esos miles de niños abandonados a su suerte, que pueblan las calles españolas durante el siglo XVI. Un niño de ocho años mendiga por las riberas del Tormes y se ofrece como criado a dos estudiantes de holgada posición económica, a cambio de que le costeen los estudios. Emprende con ahinco el aprendizaje de la letras que continúa durante ocho años, hasta que los estudiantes a los que sirve, terminada su licenciatura, regresan a sus casas. El joven se ha ganado su amistad y ahora los acompaña, en calidad huésped hasta Málaga, su tierra natal, donde le ofrecen un medio de vida. Pero Tomás, incapaz de renunciar a la vocación de su vida que es estudiar, prefiere regresar a Salamanca. En el camino traba amistad con un capitán de infantería, que lo convence para que ingrese en el ejército, donde sirve ocho años en Italia primero y luego en Flandes. Reunidos por fin, los medios económicos, decide volver a Salamanca para poder terminar sus estudios. A ello se dedica, con una aplicación absoluta. Completamente absorto en el estudio, es incapaz de advertir el amor que su juvenil figura, inspira en una orgullosa dama sin entrañas, que despechada decide a modo de filtro amoroso, envenenarlo con un membrillo.
Tomás enferma gravemente y a punto está de morir; sólo a duras penas, después de largos meses de convalecencia, puede recobrar la salud. Pero en cambio, ahora aparece poseído por una extraña locura: la de creerse de vidrio. No deja que nadie se le acerque, y está convencido de que es tan frágil que en cualquier momento puede romperse como el cristal. Despues de unos años, toda Salamanca conoce la suerte del "licenciado vidriera", que pasa el día en las calles y plazas contestando de muy juiciosa manera a cuantas preguntas pedía que le formularan, componiendo con sus respuestas una crítica muy amarga de la sociedad y de la misma condición humana.
-Querida María, acaso no ves, en la extraña locura de Tomás, una metáfora de la precaria situación de la verdad en este mundo. El vidrio es transparente a la luz de la verdad, y refleja la virtud, que Tomás persigue desde niño. Pero también es el símbolo de la frágil materia que constituye el alma humana; cuya delicada inocencia se puede quebrar por la mentira, el orgullo o el despecho del amor mal entendido. ¡La aprensión de Tomás es la del hombre puro que quiere siempre ser fiel a sí mismo, que sufre ante los constantes peligros que le amenazan y tiene miedo a la vida!.
Cuenta Cervantes, que después de mucho tiempo, la asistencia caritativa de un sacerdote, logró que Tomás olvidara la extraña obsesión por la que se hizo famoso en Salamanca. Por fin, dejó de dormir en la calle y en los pajares, para convertirse en el licenciado Tomas de Rueda. Un joven de notable cultura y discreción, que sin embargo, fue incapaz de volver a encontrar motivo de alegría en este mundo. Y es por eso, que al poco tiempo, decidió regresar a Flandes como soldado. Allí luchó con arrojo y generosidad, exponiendo su vida en todas las acciones de peligro. "Hasta que por fin, la muerte, como un consuelo, vino a buscar a este infeliz, que nada supo del amor porque le fue arrebatado para siempre, con un membrillo envenenado".