Llegamos a Venecia.


Cuando llegamos al aeropuerto de Venecia, tomamos un pequeño barco que traslada a los pasajeros hasta el Zattere en el Canal de la Giudecca. Desde el muelle, solo tuvimos que andar unos pasos y nos encontramos ante una hermosa casa de tres pisos del siglo XVIII, situada en el corazón del Sestiere de Dorsoduro, es la residencia del célebre musicólogo Alvise Contarini. Allí en el tercer piso abuhardillado vive también, su sobrino,también llamado Alvise, el amigo de Miguel, quien nos habia ofrecido alojamiento. Alvise y Miguel habían sido compañeros de estudios en Padua y en Bolonia, y habían viajado juntos por Italia, y Europa. Con sus contactos familiares en Venecia, Alvise había introducido a Miguel como un joven y aventajado luthier, en el mundo de los prestigiosos ensembles de música barroca, que se ganaban admirablemente la vida aprovechando el tirón del turismo en la ciudad y en otras ciudades emblemáticas europeas.
El barrio de Dorsoduro no sufre las grandes aglomeraciones del turismo, que únicamente asoman a la punta externa, para contemplar la fastuosa mole barroca de La Salute, el edifico de mayor altura de Venecia. Dorsoduro conserva en sus edificaciones cierto aire de pueblo dentro de la ciudad. Posee una larguisima riva o paseo marítimo, junto al Canal de la Judecca, con unas preciosas vistas a esta isla y la de San Giorgio Maggiore,
y ya desde primera hora de la tarde del martes de carnaval se pobló de un gentío enmascarado alegre y bullicioso...