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Flores en el plato


El hombre a lo largo de su trayecto en la vida ha aprendido a comer todo o casi todo, las flores no se han escapado a ello. Algunas son tan comunes a nuestra dieta que ni nos damos cuenta, por ejemplo la alcachofa, la coliflor, el brócoli, dentro de las especias el clavo de olor y el azafrán, no tan usual en nuestra cocina pero sí en otras las flores de calabaza o calabacín, en dulces y postres las rosas y el saúco.
Pero existe toda una variedad de flores que podemos incorporar a los platos como elementos complementarios, decorativos y comestibles, como son las flores de varias hierbas u otras de plantas ornamentales, sobre todo en la época que nos encontramos. Las más conocidas son las rosas y las flores amarillas de las calabazas, pero también se pueden preparar buenos platos con amapolas, claveles, calendulas, crisantemos, malvas, pensamientos, jazmín, gladiolos, salvia,flor de cebollino o violetas, entre tantas otras.En la cocina creativa actual, cada vez está más de moda añadir flores a las ensaladas y otros platos. La estética de la ensalada gana mucho y el sabor también puede verse favorecido si se combinan bien los ingredientes.
Con todo, hay que tener en cuenta que no todas las flores son comestibles, pues hay cantidad de ellas toxicas, cuidado con echar todo lo que se nos ocurra a las ensaladas, que conozco alguna... Y que las que provienen de una floristería o de un cultivador desconocido pueden contener pesticidas. Por lo tanto lo recomendable es consumir sólo las flores bien identificadas y de procedencia segura, las cultivadas por métodos ecológicos y por nosotros mismos son las mejores.
Las flores pueden mantenerse frescas en la nevera durante una semana hasta ser consumidas.

Salvemos Santa María de Rioseco

En pleno corazón de la primitiva Castilla, junto al río Ebro, en el recóndito Valle de Manzanedo, las ruinas del que fuera el monasterio cisterciense de Santa María de Rioseco nos hablan con elocuencia de un pasado que no debemos dejar enterrado entre sus piedras caídas y que estamos obligados a rescatar para la memoria.

El estado de ruina y abandono en el que se encuentra el antiguo Monasterio cisterciense de Santa María de Rioseco amenaza con la desaparición en poco tiempo de un patrimonio histórico y artístico de incalculable valor. No podemos permitir que un monumento como éste, con tantas riquezas artísticas y arquitectónicas como contiene, de diferentes épocas, se encuentre en el estado actual y pueda llegar a desaparecer.

Creemos que aún se está a tiempo de salvar todo o una gran parte de lo que queda del cenobio, y que o se interviene ahora o más tarde puede que no haya posibilidad de hacerlo porque todo habrá desaparecido. Si esto último ocurriera, Las Merindades, y en general la provincia de Burgos, habrían perdido uno de sus más importantes activos para su desarrollo cultural y económico.

Recientemente, el Gobierno Central, en el marco del plan para mitigar los efectos económicos que el cierre de la central de Garoña puede ocasionar en todo su entorno, ha prometido la construcción de un Parador de Turismo en la comarca. Los abajo firmantes pensamos que las ruinas del monasterio cisterciense de Santa María de Rioseco, del valle de Manzanedo, reúnen suficientes méritos para albergar dicho Parador. Todavía estamos a tiempo de salvar Rioseco.

Si quieres, puedes dejar tu firma de apoyo aquí y conocer más cosas de este monasterio en SalvemosSantaMaríaderioseco.es y en Wikipedia